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ISSN 0033-1983
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Clássicos da Política Latino-Americana América Latina
Una curta biografía de Juana Azurduy
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Doña Juana Azuduy, consagrada no Rio Grande na voz de Dante Ramón Ledesma, temos aqui um exemplo direto de orgulho cholo, altivez andina e a capacidade política de quem sempre compreendeu de onde veio e para onde ir.
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Juana Azurduy, comandante das tropas cholas e indígenas da província de Chuquisaca, libertadora do Alto Peru (hoje Bolívia), aliada e leal combatente de Guemes de Salta, uma mulher cujos feitos e trajetória equivalem aos de Anita Garibaldi. Ao contrário de sua contemporânea de Laguna, Juana morreu vagando pelos charcos do Norte argentino, traída pela elite criolla de Bolívia, em quem e a quem ela mesma nunca confiou. Viveu a tenacidade da guerra de libertação e o ostracismo da pobreza do exílio interior entre os ervais jujeños. Mulher exemplo de mãe e coragem, seguira a senda de Micaela, afirmando suas palavras e conceitos no fio da espada.
Retirado de rebelion.org, Elizabeth Fernández e Irene Ocampo enviar imprimir por Elizabeth Fernández e Irene Ocampo
RIMA
Juana Azurduy nació, en el cantón de Toroca en las cercanías de Chuquisaca, el 12 de julio de 1780. Ese año la ciudad de La Paz fue sitiada por Tupac Catari y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo a Túpac Amaru. Durante su infancia su familia tiene un buen pasar. Ella aprenderá el quechua y el aymará. Trabajará en el campo, en las tareas de la casa, y se relacionará con los campesinos e indios. A la muerte de su madre primero y luego de su padre, su crianza quedará a cargo de sus tíos junto a su hermana Rosalía. Su adolescencia será conflictiva, ya que chocará con el conservadurismo de su tía, por lo que será enclaustrada en el Convento de Santa Teresa.
Se rebelará contra la rígida disciplina, promoviendo reuniones clandestinas, donde conocerá la vida de Túpac Amaru y Micaela. Leerá la vida de Sor. Juana Inés de la Cruz entre otros, lo que le llevará a la expulsión a los 8 meses de internada. De regreso a su región natal, conoce a Melchor Padilla, padre de su futuro marido, amigo de los indios y obediente de las leyes realistas, quien muere lejos de su casa, en una cárcel porteña, acusado de colaborar con otra rebelión indígena, en el año 1794. Ligados a la historia de la resistencia alto peruana, estos hitos biográficos de Padilla ejercerán una enorme influencia sobre la formación de Juana Azurduy.
Manuel Padilla, hijo, establece una relación de profunda amistad con Juana. Éste frecuentó lãs universidades de Chuquisaca y compartió con Juana, su conocimiento por la revolución Francesa, las ideas republicanas, la lucha por la libertad, la igualdad, la fraternidad. Conoció los nombres de: Castells, Moreno, Monteagudo. El 8 de marzo de 1805 contrajeron matrimonio, y tuvieron tres hijos: Marino, Juliana y Mercedes.
Gozaron de una buena posición económica, pero Don Manuel como era criollo no pudo participar de cargos en el cabildo. Con la caída de Fernando VII bajo la ocupación de Napoleón, el 25 de mayo de 1809 se produjo la revolución de Potosí.
Manuel Padilla se sumó a la resistencia y encabezó a los indios Chayanta y triunfó. Juró servir a la causa americana y vengó a los patriotas fusilados en el levantamiento de La Paz. Un años después el general Vicento Nieto asumió la Real Audiencia, y condenó a la cárcel y a las mazmorras a todos aquellos que participaron de los levantamientos, entre ellos Padilla. Juana defendió con rebenque en mano su propiedad ante los realistas. Al año siguiente de la Revolución de Mayo, Manuel Padilla se unió a Martín Miguel de Güemes, fueron la pesadilla del ejército realista. Doña Juana quizo acompañarlos pero estaba prohibida la presencia de mujeres en el ejército.
Su casa fue confiscada y debió ocultarse en la casa de una amiga. Manuel Padilla se enfrentó con las tropas realistas utilizando el método de guerrillas, venció en varias oportunidades y su nombre comenzó a convertirse en leyenda. Hacia 1813 los revolucionarios ocuparon Potosí y Padilla fue el encargado de organizar el ejercito, tarea a la cual se sumó ahora sí Juana. Su ejemplo hizo que muchas mujeres se sumaran a la gesta. "En poco tiempo, el prestigio de Juana Azurduy se incrementó a límites casi míticos: los soldados de Padilla veían en ella la conjunción de una madre y esposa ejemplar con la valerosa luchadora; los indígenas prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como una presencia vívida de la propia Pachamama".
Luego de la derrota de Vilcapugio y Ayohuma, la lucha se desplazó al nordeste de Bolivia, se le llamó la "Guerra de las Republiquetas". Durante este tiempo el cacique Juan Huallparrimachi, músico, poeta y descendiente de los incas, se unió a Juana Azurduy, fue su fiel lugarteniente. En el mes de marzo de 1814. Padilla y Azurduy vencieron a los realistas en Tarvita y Pomabamba. Pezuela, el jefe del ejército español, puso todo su batallón a perseguir a la pareja de caudillos. Las tropas revolucionarias debieron dividirse: Padilla se encaminó hacia La Laguna y Juana Azurduy se internó en una zona de pantanos con sus cuatro hijos pequeños. Allí se enfermaron cada uno de sus cuatro hijos, donde murieron Manuel y Mariano, antes de que Padilla y Juan Huallparrimachi, llegaran en auxilio. De vueltas en el refugio del valle de Segura murieron Juliana y Mercedes, las dos hijas, de fiebre palúdica y disentería. Dicen los biógrafos que comienza aquí la guerra brutal contra los realistas:
"Padilla es cruel, es sanguinario (...) La guerra se ha desatado bárbaramente; ya no es la ley del Talión la que prima, sino una ley más inhumana, por un muerto se exigen dos, por dos, cuatro", afirma Gantier". "Juana Azurduy está nuevamente embarazada cuando combate el 2 de agosto de 1814 con Padilla y su tropa, en el cerro de Carretas. Y Juana Azurduy sufre ya los dolores de parto cuando escucha las pisadas de la caballería realista entrando en Pitantora. Luisa Padilla, la última hija de los amantes guerreros, nace junto al Río Grande y experimenta ahora en brazos de su madre los ardores de la vida revolucionaria".
Un grupo de suboficiales quisieron arrebatarle la caja con el tesoro de sesenta mil duros, el botín de guerra con el que contaban para su supervivencia las tropas revolucionarias, y que Juana Azurduy custodiaba con celoso fervor. Juana se alzó frente a ellos con su hija en brazos y la espada obsequiada por el General Belgrano.
Feroz y decidida, montó a caballo con la pequeña Luisa y, juntas, se zambullieron en el río. Lograron llegar con vida a la otra orilla. La hija recién nacida quedó a cargo de Anastasia Mamani, una india que la cuidó durante el resto de los años en que su madre continuó luchando por la independencia americana. En 1816 Juana y su esposo, quienes tenían bajo sus ordenes 6000 indios, sitiaron por segunda vez la ciudad de Chuquisaca. Los realistas lograron poner fin al cerco, y en Tinteros, Manuel Ascencio Padilla encontró la muerte. Manuel Belgrano, en un hecho inédito, envió una carta donde la nombraba teniente coronel. La cabeza de Padilla fue exhibida en la plaza pública durante meses, ésta se convirtió en un símbolo de la resistencia. El 15 de mayo de 1817 Juana al frente de cientos de cholos la recuperó.
Juana Azurduy intentó reorganizar la tropa sin recursos, acosada por el enemigo, perdió toda colaboración de los porteños. Juana decidió dirigirse a Salta a combatir junto a las tropas de Güemes, con quien estuvo tres años hasta ser sorprendida por la muerte de éste, en 1821. Decidió regresar junto a su hija de 6 años, pero recién en 1825 logró que el gobierno le dé cuatro mulas y cinco pesos para poder regresar. En 1825 se declaró la independencia de Bolivia, el mariscal Sucre fue nombrado presidente vitalicio. Este le otorgó a Juana una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Doña Juana terminó sus días olvidada y en la pobreza, el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años. Su restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje.
Esta carta fue escrita ocho años más tarde de la muerte de Guemes, cuando vagaba pobre y deprimida por las selvas del Chaco argentino:
"A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada com el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Cbarcas, me presento y digo: Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución.
"Uno de los pocos momentos de felicidad fue aquel en que sorpresivamente Simón Bolívar, acompañado de Sucre, el caudillo Lanza y otros, se presentó en su humilde vivienda para expresarle su reconocimiento y homenaje a tan gran luchadora. El general venezolano la colmó de elogios en presencia de los demás, y dícese que le manifestó que la nueva república no debería llevar su propio apellido sino el de Padilla, y le concedió una pensión mensual de 60 pesos que luego Sucre aumentó a cien, respondiendo a la solicitud de la caudilla:
"Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresarse a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme".
Cartas originais de Juana Azurduy
Todas retiradas de camdipsalta.gov.ar
Juana Azurduy - La Teniente Coronela de Mario `Pacho´ O’ Donnell
CARTA 1
Cuando estaban en la más absoluta miseria y un jefe español intentó sobornar a su marido, Juana le contestó enfurecida: "La propuesta de dinero y otros intereses sólo debería hacerse a los infames que pelean por su esclavitud, más no a los que defendían su dulce libertad, como él lo haría a sangre y fuego".
CARTA 2
Doña Juana reclama la devolución de sus bienes y logra que el gobierno boliviano apenas le reconozca su hacienda de Cullco:
"Chuquisaca, agosto 11 de 1825.
"Autos y vistos: Constando por la sentencia de remate dada en cinco de enero de mil ochocientos diez que corre a fs. 58 del Expediente mandado agregar, que la subasta de la Hacienda de Cullcu propia de la Teniente Coronela del Ejército doña Juana Asurdui (sic) viuda del Coronel Dn. Manuel Ascencio Padilla, se vendió por el Gobierno anterior por sólo su patriotismo: declárese conforme al Superior Decreto de trece de abril del presente año de su Excelencia el Sr. General en Jefe del Ejército Libertador encargado del Mando Supremo de estas Provincias, que puede la indicada Asurdui tomar posesión de dicha Hacienda, sirviendo este Auto de suficiente despacho en forma".
CARTA 3
Estos emocionantes funerales parecerían haber marcado un punto de inflexión en la vida de doña Juana, la que de allí en más fue despeñándose en una curva descendente hasta aquella tremenda carta, escrita ocho años más tarde, cuando vagaba pobre y deprimida por las selvas del Chaco argentino:
"A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Charcas, me presento y digo: Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución. Aunque animada de noble orgullo tampoco recordaré haber empuñado la espada en defensa de tan justa causa. La satisfacción de haber triunfado de los enemigos más de una vez deshecho sus victoriosas y poderosas huestes, ha saciado mi ambición y compensado con usura mis fatigas; pero no puedo omitir el suplicar a V.H. se fije en que el origen de mis males y de la miseria en que fluctúo es mi ciega adhesión al sistema patrio ( .. ) Después del fatal contraste en que perdí a mi marido y quedé sin los elementos necesarios para proseguir la guerra, renuncié a los indultos y a las generosas invitaciones con que se empeñó en atraerme el enemigo.
"Abandoné mi domicilio y me expuse a buscar mi sepulcro en país desconocido, sólo por no ser testigo de la humillación de mi patria·, ya que Mis esfuerzos no podían acudir a salvarla. En este estado he pasado más de ocho años, y los más de los días sin más alimento que la esperanza de restituirme a mi país (... ). Desnuda de todo arbitrio, sin relaciones ni influjo, en esta ciudad··no hallo medio de proporcionarme los útiles y viáticos precisos para restituirme a mi casa (...) Si V.H. no se conduele de la viuda de un ciudadano que murió en servicio de la causa mejor, y de una pobre mujer, que, a pesar de su insuficiencia, trabajó con suceso en ella..."
CARTA 4
Es así como Goyeneche hace llegar a Manuel Ascencio una propuesta a través de su lugarteniente, el coronel Díaz de Letona, quien le ofrece todo tipo de garantías y de honores, un cargo bien remunerado y también una importante suma de dinero para que abandone la lucha.
-Qué chapetones éstos, me ofrecen mejor empleo ahora que me porto mal que antes cuando me portaba bien. -Doña Juana no vacila un segundo. Y su esposo tampoco. Ambos redactan una ejemplar nota de respuesta:
"Con mis armas haré que dejen el intento, convirtiéndolos en cenizas, y que sobre la propuesta de dinero y otros intereses, sólo deben hacerse a los infames que pelean por su esclavitud no a los que defienden su dulce libertad como yo lo hago a sangre y fuego ".
CARTA 5
Imaginable es la indignación con que Padilla, seguramente alentado por su esposa, redactó la famosa carta que transcribimos en su totalidad porque así lo merece:
"Reservada.
"Señor General:
"En oficio de 7 del presente mes, ordena U.S. hostilice al enemigo de quien ha sufrido una derrota vergonzosa; lo haré como he acostumbrado hacerlo en más de 5 años por amor a la independencia, que es la que defiende el Alto Perú, donde los altoperuanos privados de sus propios recursos no han descansado en 6 años de desgracias, sembrando de cadáveres sus campos, sus pueblos de huérfanos y viudas, marcado con el llanto, el luto y la miseria, errantes los habitantes de 48 pueblos que han sido incendiados, llenos los calabozos de hombres y mujeres que han sido sacrificados por la ferocidad de sus implacables enemigos, hechos el oprobio y el ludibrio del Ejército de Buenos Aires, vejados, desatendidos sus méritos, insolutos sus créditos y en fin el hijo del Alto Perú mirado como enemigo, mientras el enemigo españoles protegido (sic) y considerado. Sí Señor, ya es llegado el tiempo de dar rienda suelta a los sentimientos que abrigan en su corazón los habitantes de los Andes, para que los hijos de Buenos Aires hagan desaparecer la rivalidad que han introducido, adoptando la unión y confundiendo el vicioso orgullo autor de nuestra destrucción.
"Mil ejemplares de horror pudieran haber irritado el ánimo de estos habitantes que U.S. llama en su auxilio. La infame conducta que con el mayor escándalo deshizo, rebajó y ofendió el virtuoso Regimiento de Chuquisaqueños que babían salido a morir por su patria, la prisión de los Coroneles Centeno y Cárdenas por haber hostilizado a Goyeneche y debilitado sus fuerzas para que él las batiera y premiar a hombres que habían desolado a millares de habitantes (pero eran del Alto Perú), la pena impuesta a los Vallegrandinos por haber propuesto destruir a los enemigos para vengar sus agravios y los de la Patria. La prisión de mi persona por haber pedido se me designe un puesto para hostilizar a Pezuela con altoperuanos, que siempre sin sueldo, siempre a su costa, sin partidos y por solo la Patria, han sacrificado su vida y su fortuna, con otros millones de insultos que han sufrido en general todos los pueblos, desde el primer mandatario hasta el último cadete de Buenos Aires no han podido mudar el carácter honrado y sufrido de los altoperuanos, nosotros amamos de corazón nuestro suelo, y de corazón aborrecemos una dominación extrangera (sic), queremos el bien de nuestra Nación, nuestra independencia y despreciamos el distintivo de empleos y mandos, olvidamos el oro y la plata sobre la que hemos nacido y donde ha sido nuestra cuna.
"La justicia de nuestra causa y nuestros sacrosantos derechos, vivifican nuestros esfuerzos y nivelan nuestras operaciones contra esta generalidad de ideas. El Gobierno de Buenos Aires manifestando una desconfianza rastrera ofendió la honra de estos habitantes, las máximas de una dominación opresiva como la de España han sido adoptadas con aumento de un desprecio insufrible, la prueba es impedir todo esfuerzo activo a los altoperuanos, que el ejército de Buenos Aires con el nombre de auxiliador para la Patria se posesiona de todos esos lugares a costa de la sangre de sus hijos, y hace desaparecer sus riquezas, niega sus obsequios y generosidad.
"Los altoperuanos a la distancia sólo son nombrados para ser saheridos. ¿Por qué haberme destinado al mando de esta Provincia amiga sin los soldados que hice entre las balas y los fusiles que compré a costa de torrentes de sangre? ¿Por qué corrió igual suerte el benemérito Camargo mandándolo a Chayanta de Sub-delegado dejando sus soldados y armas para perderlo todo en Sipe-Sipe? ¡Olvídese muy en buena hora el empeño del Alto Perú y sus revoluciones de tiempos inmemorables para destruir la monarquía! Si Buenos Aires es el autor de esa revolución, ¿para qué comprometernos y privarnos de nuestra defensa.? El haber obedecido todos los altoperuanos ciegamente, el haber hecho esfuerzos inauditos, haber recibido con obsequio a los ejércitos de Buenos Aires , haberles entregado su opulencia, un degrado y. otros por fuerza, haber silenciado escandalosos saqueos, haber salvado los ejércitos de la patria ¿son delitos? ¿A quiénes se debe el sosten de un gobierno que siempre nos acuchilló? ¿No es a los esfuerzos del Perú que ha entretenido al enemigo, sin armas por privarle de ellas los que se titulan sus hermanos de Buenos Aires?
¿Y ahora que el enemigo ventajoso inclina su espada sobre los que corren despavoridos y saqueando debemos salir nosotros sin armas a cubrir sus excesos y cobardía? Pero nosotros somos hermanos en el calvario y olvidados sean nuestros agravios abundaremos en virtudes.
"Vaya US. seguro de que el enemigo no tendrá un solo momento de quietud. Todas las Provincias se moverán para hostilizarlo, y cuando a costa de hombres nos hagamos de armas, los destruiremos para que U.S. vuelva entre sus hermanos. Nosotros tenemos una disposición natural para olvidar las ofensas: quedan olvidadas y presentes. Recibiremos a U.S. con el mismo amor que antes, pero esta confesión fraternal, ingenua y reservada, sirva en lo sucesivo para mudar de costumbres, adoptar una política juiciosa, traer oficiales que no conozcan el robo, el orgullo y la cobardía.
"Sobre estos cimientos sólidos levantaría la patria un edificio eterno. El Altoperú será reducido primero a cenizas que a la voluntad de los Españoles. Para la patria son eternos y abundantes sus recursos, U.S. es testigo. Para el enemigo está almacenada la guerra, el hambre y la necesidad, sus alimentos están mezclados con sangre y, en habiendo unión para lo que ruego a U.S. habrá patria.
"De otro modo los hombres se cansan y se mudan. Todavía es tiempo de remedio: propenda U.S. a ellos si Buenos Aires defiende la América para los americanos, y si no...
"Dios guarde a U.S. muchos años. "La Laguna, Diciembre 21, 1815.
Manuel Ascencio Padilla."
Pesquisa realizada por João Vitor Cassela Novoa
Edição e Introdução por Bruno Lima Rocha
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