Doy inicio hoy a un intento de producir notas cortas, de promedio de una por semana, ya en castellano y que aporte una critica de la visión de las elites y medios brasileños hacia nuestro Continente. Hay que resaltar que muchas veces la opinión de quién escribe está mucho más inscripta en la mirada latinoamericana de que la luso-brasilera. Esta última, desde el principio si ha puesto de espaldas para América Latina y esto es de propósito.
En este mes corriente de octubre, la derecha más rabiosa de Brasil si olvidó un poco de atacar al gobierno neoliberal del presidente ex sindicalista y que según el mismo nunca fue de izquierda y entró para el nivel ideológico más puro de la lucha. El blanco, apuntalado desde Washington, fue nadie menos que Ernesto Guevara de la Serna, el Che.
La onda absurda tuvo como bombo la revista Veja, perteneciente al Grupo Civita, cuyo capital está abierto por afuera de las normas constitucionales, y la mitad del control accionario ya pertenece a la corporación sudafricana y que fue pro-apartheid llamado de Naspers. Pintaron al Che como un tirano sanguinario, ejerciendo un tipo de crueldad característico de los déspotas latinoamericanos de las películas de Hollywood.
“Matar le da placer!”, dijeron. Para fortalecer a este punto de vista agarraron a otro intelectual de perfil gusano, el hijo de Mario Vargas Llosa, Alvarito Vargas Llosa. Este tipo, financiado por un “centro de investigación” que opera mediante donaciones – el mismo modus operandi de siempre – ha escrito una serie de artículos llamando a la razón a los “Perfectos Idiotas Latino Americanos”. Como dice el poeta anclado en las finanzas del estado de Bahia, “todo Narciso entiende que es feo lo que no sea auto espejismo”. Y así lo es.
Atacar al Che fue un tiro en el propio pié. No hay como confundir un ejemplo de dedicación y sacrificio de alguien que empiezo su trayectoria con la inquietud de aventurero y terminó sus días en el monte, cumpliendo con su deber. Dejó de ser Ministro de Economía y partió para aportar un grano de arena a algo que su generación creía como sentido colectivo. Al caer en Bolivia, proclamó la Patria Grande por la vía de los hechos, más allá que las canciones.
Es el efecto ideológico de un Che más vivo que nunca, inspirando a distintos movimientos populares que tiene que ser molestado. No lo pudieron ensuciar, ni en Brasil, donde la televisión abierta tiene corresponsales en China pero no en México o en Venezuela. Pongo atención que estas palabras no vienen en defensa del modelo de socialismo cubano ni nada por estilo. El hecho concreto es que el médico santafecino ofreció su vida como ejemplo, ayudando así a mantener una idea viva de que el cambio es posible y pasa por la predisposición a la entrega individual hacia una causa colectiva.
O sea, el Che es Latinoamérica ardiendo y no pidiendo limosnas monetarias o ideológicas a los gringos de siempre.