Elton fue asesinado porque era parte de una medida de lucha directa, la forma de ejercicio de derechos constitucionales que jamás son garantizados a menos que las parcelas del pueblo organizado consigan ejercer su voluntad independiente de intermediarios profesionales. - Foto:Zero Hora
Elton fue asesinado porque era parte de una medida de lucha directa, la forma de ejercicio de derechos constitucionales que jamás son garantizados a menos que las parcelas del pueblo organizado consigan ejercer su voluntad independiente de intermediarios profesionales.
Foto:Zero Hora

27 de agosto de 2009, desde la Vila Setembrina,
Bruno Lima Rocha

La ciudad fue San Gabriel, alrededor de la 10 horas de la mañana del viernes 21 de agosto. El lugar de la acción fue la Hacienda Southall, un complejo latifundista de 14.000 hectáreas, blanco de disputa entre el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y el ex-propietario, Alfredo Southall. El escenario fue de batalla campal: 230 brigadistas (policías militares de Rio Grande do Sul) de distintas unidades contra alrededor de 270 colonos ocupantes, la mitad de ellos mujeres y niños. En este contexto mataron a Elton Brum da Silva.

La consecuencia política para el gobierno -que es responsable de ese acto-hasta el momento es ésta. El sub-comandante general de la Brigada Militar (BM, Policía Militar del Rio Grande), coronel Lauro Binsfeld, después de salir muy mal en las entrevistas que dio a los medios de comunicación, fue responsabilizado por la tragedia y sacado del puesto. En su lugar fue nombrado el coronel João Carlos Trindade Lopes, comandante-general de la BM, indicó el ex-comandante del Comando de Policiamento de la Capital (Porto Alegre), coronel Jones Calixtrato. Por encima de ellos está el secretario de la Seguridad Pública, el general del Ejército Brasileño, Edson Gourlarte. Así, disputas en la caserna policial reflejan una situación interna apenas digerida, en la forma de reposición de piezas. El detalle es que la política no es tan simple y menos aún las formas de hacer política para asegurar un derecho constitucional a la tierra. El asesinato de Eltom Brum da Silva puede ser el comienzo de otra escalada de luchas reivindicativas.

En la ciudad de la Frontera Oeste del Río Grande, donde en 1756 cayó peleando cerca del Arroyo Caiboaté el Corregidor del Cabildo de la reducción de San Miguel, Sepé Tiaraju, el Estado asesina hoy a un colono Sin Tierra. Eltom Brum de Silva era un agricultor del interior, del pequeño municipio de Canguçu que peleaba por un pedazo de tierra. Peleó, vivió y murió defendiendo su tierra y el pueblo al que servía como líder obediente de la voluntad popular. Su muerte fue con plomo y por la espalda. Los balines de plomo que salieron de la escopeta calibre 12 que asesinaron a Eltom dieron un ejemplo de como el aparato represivo recuerda sus orígenes y funciones cuando el tema es la propiedad.

El colono no cayó por casualidad y menos aún “de malestar súbito” como dijo la versión de la BM proporcionada por los medios palangristas de siempre, en su cobertura horrorosa de todos los días. Él cayó porque era parte de una medida de lucha directa, la forma de ejercicio de derechos constitucionales que jamás son garantizados a menos que las parcelas del pueblo organizado consigan ejercer su voluntad independiente de intermediarios profesionales. De esta forma, al tiempo que los partidos de tipo burgués (de “izquierda” o no) pierden su sentido, los órganos de Estado se ven en la obligación de al menos posicionarse. Lo mismo sucede con los medios de comunicación social.

Las versiones de la media comunitaria y del mayor conglomerado mediático de la “Provincia Gaucha”

De todo lo que leí, la versión más correcta de la circunstancia de la muerte de Eltom fue dada por el movimiento de radios comunitarias. Pido un poco de paciencia a quien lee el artículo para publicar abajo íntegra la versión de la Asociación Brasileña de Radiodifusión Comunitaria – estadual de RS (Abraço-RS):

Agresión verbal habría motivado PM a matar un sin tierra en RS, 21/08/2009

“La tarde de viernes (21) culminó con la muerte del agricultor sin tierra Elton Brum de Silva en una acción de la Brigada Militar del Rio Grande del Sur durante la desocupación de un área en el municipio de Son Gabriel. Fotos muestran que el agricultor fue alcanzado por una arma calibre 12. La sospecha recae sobre el comandante del 2º Regimiento de Policía a Caballo (2º RPMon) de Livramento, Teniente Coronel Flávio de Silva Lopes, que respondió con el tiro a una agresión verbal del agricultor. El fiscal de conflictos agrarios del Ministerio de Desarrollo Agrario, Gercino José de Silva Hijo desembarcó en el estado de Rio Grande a finales de la tarde y ya se dirigió para Son Gabriel con la promesa de buscar punición a los responsables. La Brigada Militar dio la primera versión afirmando que el agricultor habría muerto de un “mal súbito”. Horas después el hospital local lo desmentía. El MST responsabiliza la política de seguridad del gobierno Estadual y la Justicia por postergar el proceso de asentamiento de las familias. La ocupación reivindicaba la aplicación de los recursos para salud, educación e infraestructura en los asentamientos de la región y desapropiación del restante de la Hacienda Southall y la liberación inmediata, en la Justicia, de las haciendas Antoniazzi y 33, en Son Gabriel, para el asentamiento de las familias acampadas en el Estado.

Link de Abrazo-RS / Periódico de los Trabajadores:
(http://www.abracors.org.br/detalle_info.php?id=297)

Si comparáramos la nota de arriba con la cobertura de los medios corporativos veremos la diferencia de fondo. Este abordaje tuvo el respaldo, resguardando la identidad de fuentes que se arriesgaron a pasar esta información. No responsabiliza a la protesta social por la represión sufrida y sí a los represores. Ya la materia de Zero Hora (Grupo RBS, afiliada local a la Rede Globo), firmada por el reportero Humberto Trezzi, tiene un título que habla por sí sólo:

“Campos conflagrados: MST gana su mártir” (para seguir en este link: http://zerohora.clicrbs.con.br/zerohora/jsp/default2.jsp?uf=1&local=1&source=a2627013.xml&template=3898.dwt&edition=12968§ion=1015 – página 4 de la edición de 22/08/2009)

El silencio y la falta de imágenes es la constante. La parte principal está en la posibilidad de reaccionar en la batalla de los medios y de romper el bloqueo de la producción de sentido que intenta dejar sin sentido una lucha milenaria como es la de la posesión de la tierra. En este frente, la posibilidad de ofensiva de los movimientos populares de RS está asegurada. Veamos lo que antecede al asesinato y como este gesto se localiza dentro de la crisis política por la posible corrupción endémica en el gobierno estadual neoliberal de Yeda Crusius (PSDB, del partido del ex presidente Fernando Henrique Cardoso).

La represión aplazó su saña para la Frontera

Uno de los dilemas clásicos en la política es la ecuación entre la legitimidad de un gobierno, con su capacidad de reprimir. No estoy discutiendo necesariamente el poder de policía, que es una de las atribuciones del Estado, no importando el nivel de gobierno, sea la Unión, estadual o municipal. Pero sí, la relación de fuerzas que va más allá de los formalismos institucionales. A veces, un gesto represivo causa una conmoción de tal magnitud, que el respaldo de un mandato titubeante puede perderse. En junio de 2008, estando bombardeada por la CPI del DETRAN-RS, con la grabación de conversaciones privadas entre su vice-gobernador rebelde Paulo Afonso Feijó (DEM) con el entonces jefe de la Casa Civil, Cézar Busatto (PPS), la gobernadora del Río Grande, Yeda Crusius (PSDB), no titubeó en mandar las fuerzas del orden a imponerse a cualquier costo. La semana pasada, la apuesta de buena parte de la izquierda gaucha era esa. Que la represión sin frenos fuera a frenar a una marcha aparentemente pacífica y así aumentar la conmoción interna en la Provincia. No fue lo que se sucedió, no esta vez.

La crisis política fractura lealtades políticas y sociales muy constituidas en la sociedad río-grandense. Siendo o no culpada, viniendo a ser condenada por la acción de improbidad administrativa o declarada inocente, la gobernadora Yeda Crusius y su base aliada consolidaron en los últimos años algunas quiebres de paradigma en el Río Grande del Sur. Uno de ellos dice del respeto y la tolerancia típica del estilo socialdemócrata, donde las calles son escenarios de manifestaciones y hay tolerancia en la represión para asegurar la relación de legitimidad del gobierno constituido. Cuando un gobierno es acusado de corrupción y se ve contra la pared, en general no se da el lujo de reprimir a quién está organizado. El año de 2008, en su primer semestre, delante del mismo escándalo que ahora enfrenta, Yeda Crusius, Paulo Roberto Mendes y los medios de siempre, distribuyeron represión sin ninguna piedad.

Apostaron a que, durante los actos políticos contra su gobierno, la saña represiva se encontraría de nuevo con la población organizada. No ocurrió lo peor, como el año anterior, porque el núcleo duro del Palacio de las Hortensias (en la Sierra, residencia de invierno del gobierno estadual) preservó Porto Alegre para matar en San Gabriel. Si fuera a reprimir en la capital, el escenario ideal hubiera sido el día 14 de agosto.

El último viernes día 14 de agosto la ciudad de Porto Alegre vivió una mañana de protestas. La fecha formaba parte de la jornada nacional de luchas promovida por diversas entidades, centrales sindicales y movimientos populares. La llamada para todo el país se basaba en la crítica la política económica, la única pauta que aún unifica la fragmentada izquierda brasileña después de casi siete años del gobierno de Lula da Silva. Dos columnas significativas se formaron. Una salió de la Escuela Estadual Júlio de Castilhos, el Julinho, lugar de romería de la izquierda desde los años ’60. Otra columna se dirigió de autobús hasta la Federación de las Industrias del Estado del Río Grande del Sur (FIERGS, federación patronal), retornando al Centro rumbo a la Plaza de la Matriz, donde la Provincia concentra sus poderes oficiales.

La marcha que originalmente fue convocada para atender una agenda se transformó en el acto ecuménico de las izquierdas gaúchas, convocadas a partir de la consigna de “Fuera Yeda!”. Y, después de algunos años de vacío político en la capital río-grandense, este día realmente el acto concentró todos los matices. La protesta se constituyó desde la extrema-izquierda no electoral que se localizó a finales de la columna que salió del Julinho, pasando por las bases sindicales de funcionarios, hasta la bancada estadual del PT que confortablemente aguardaba al cortejo al llegar a la Matriz.

Otra novedad ocurrió aquel día, desafiando el cerebro de los marchantes. Por primera vez, el núcleo duro de Yeda, resolvió reaccionar y convocó a los CCs, estagiários, FGs y militantes tucanos (del PSDB) a posicionarse frente a la Asamblea Legislativa (parlamento estadual). Hubo por tanto, dos actos, de dimensiones distinguidas, aunque antagónicos.

En la ausencia de represión a lo largo del tramo, otra conjetura atravesaba a todas las agrupaciones y movimientos allí presentes. ¿Habría o no conflicto con el centenar de manifestantes a favor de la gobernadora allí presentes? Con la desproporción numérica de más de 3.000 protestantes contra menos de dos centenares pro-Yeda, la policía tendría la obligación de intervenir. El “duelo” no se dio, pero quedó el hecho político y la posibilidad de represión policial. El mismo viernes, la protesta estadual ganó relevancia nacional al ser mediatizada por el Periódico Nacional. Esta semana, el dilema entre protesta y represión fue alimentado por los medios de comunicación del estado. Quién está en la faena política sabe leer estas señales. Ningún tema de ese orden es pautado por casualidad y la variable represión no fue descartada por el aún titubeante gobierno de la economista neo-clásica. Aquello que no pasó de insultos y algunos huevos tirados por los marchantes, vino a manifestarse en el asesinato de Eltom Brum de Silva.

Opciones en la política gaúcha en la perspectiva de los movimientos populares después del asesinato en la Hacienda Southaal

Entiendo que el asesinato del colono sin tierra Eltom Brum de Silva, ocurrido el día 21 de agosto de 2009, en la ciudad de Son Gabriel, frontera oeste, obliga a las fuerzas vivas de la izquierda gaúcha a colocarse en alerta. Todo indica que fue un acto premeditado, una acción de fuerza del aparato represivo del gobierno gaúcho, sacudido por las denuncias de corrupción. Como casi siempre ocurre, el Cuerpo Auxiliar de Policía Imperial, creado para combatir la Revolución Farroupilha, después bautizada de Policía Militar durante la dictadura positivista, demostró su eficiencia en la defensa de los intereses oligárquicos. Tampoco se trata del primer acto de brutalidad del gobierno de la economista neoliberal Yeda Crusius y no será el último. A estas horas, es preciso tener un mínimo de unidad táctica en el conjunto de movimientos populares, para frenar el avance represivo. La muerte de un militante, de base o de coordinación, es algo que no debe quedar impune. Aún dentro de la democracia liberal burguesa existen límites que, una vez cruzados, abren margen a otra escala de acciones. Si no hay respuesta de movilización, la máquina reaccionaria del Estado sacudido por eventos de corrupción, no va a detenerse.

Pero, al contrario de otros compañeros analistas, en general perfilados con el reformismo, tanto el que está en el gobierno Lula así como el de la oposición de izquierda-parlamentaria, no consigo recomendar algo que veo como falsificable Veo que no hay salida política a largo plazo dentro de la democracia de los oligarcas, banqueros y transnacionales. Y, tampoco hay posibilidad de transformación de la sociedad al actuar por dentro del aparato de Estado. Pero, eso no quiere decir que no exista un momento táctico de lucha. Este, por ejemplo, es un momento. En la hora de la crisis política, el pueblo tiene que percibir la existencia de alternativas fuera de los espacios viciados de participación oficial. Es preciso retirar poder simbólico y político a los intermediarios profesionales y volver a crear la relación directa con las entidades de base y los movimientos con autonomía decisoria. Y, sabemos que eso no es fácil.

Una salida que me parece obvia es la unificación de luchas y pautas. En las semanas posteriores al asesinato de Eltom Brum de Silva por parte de la Policía Militar bajo el mando de Yeda Crusius (PSDB), veo como imprescindible la unión de las fuerzas populares en torno a un objetivo común, pero fortaleciendo la auto-representación popular, a través de instancias de coordinación entre movimientos y entidades de base. La unidad de las pautas y luchas necesita apuntar hacia las reivindicaciones inmediatas y el objetivo general común de asegurar una victoria contundente contra un gobierno estadual acusado de corrupto y con postura represiva. Sinceramente, no resta más que hacer además de lo obvio. De lo contrario, el costo político de un muerto será poco importante, abriendo un precedente para otros asesinatos, en éste y en los gobiernos de turno que vendrán.

Para esta finalidad, ahora ya no basta la lucha reivindicativa. El momento es de derrumbar a Yeda Crusius y asegurar que el vice-gobernador también neoliberal, ni llegue a tener las condiciones de legitimidad para gobernar. Con esta acumulación de fuerzas, habrá condiciones de enfrentar el accionar de los aparatos de intermediación política profesional y el uso falso que los medios harán del martirio de algún campesino más.

Es el momento es de asegurar la victoria táctica, en el desmonte de este gobierno basado en relaciones patrimonialistas, bajo sospecha de corrupción estructural y siendo represor al extremo. Y, el momento también es el de derrotar el proyecto del neoliberalismo en Río Grande, específicamente para no permitir la conclusión del préstamo entreguista con el Banco Mundial.

Este artículo fue publicado originalmente en el portal Suramericapress.

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