22 de octubre de 2009, desde la Vila Setembrina,
Bruno Lima Rocha
Como todo el mundo ya sabe, por primera vez los Juegos Olímpicos van a realizarse en América del Sur, siendo ésta la segunda Olimpíada en Latinoamérica. El espectáculo deportivo, simbólico, de proyección de poder y de avance de la economía financiera y del ocio se va a dar en Río de Janeiro en 2016. Brasil ha ganado la competencia contra dos monarquías (España y Japón) y el Imperio yankee (EEUU). No, no fue una guerra de liberación ni nada por estilo. La 11ª economía del mundo aprobó por delante de potencias mundiales. La victoria fue en una arena de eventos deportivos, el Comité Olímpico Internacional y su durísimo cuaderno de encargos. En Río de Janeiro, la ciudad con 6.186.710 habitantes, entre los cuales, cerca de 2 millones vivien en áreas de favelas y con niveles de violencia, economía del narcotráfico y represión altísimos.
El viernes día 2 de octubre, el país de los extremos vivió otro de sus días clásicos. Delante de un mundo atónito, la capital de Dinamarca, Copenhague, fue escenario del reinado brasileño en la diplomacia de tipo corazones y mentes globalizadas. Y, no si trataba del mundo mágico de ciudad de Cristiania, el lugar alternativo construido allí en homenaje al escritor Hans Christian Andersen (1804-1875). La cosa era de verdad. La ex-capital de la otrora colonia de Portugal derrotadó en la disputa para ciudad-sede de las Olimpíadas de 2016 a España, con la capital castellana de Madrid, al Japón y su imperial Tokyo y hasta la ciudad de Chicago, hogar adoptivo del presidente del Imperio. Aun así, el Río de Janeiro de las más de 620 favelas viviendo bajo la disputa del Estado, del Estado paralelo bajo el paramilitarismo policial y del semi-Estado de las redes de narco-pandillas que los medios palangristas de siempre insisten en llamar de “crimen organizado”. Ella es la antigua capital del Reino Unido de Brasil, Portugal y Algarv, quién va a acoger la fiesta de los dioses del Olimpo vuelta a crear en el mundo industrial del siglo XIX.
Todo eso teniendo por delante el espectáculo del peor Brasil. La colección de imágenes de derrotero ideológico fueron muchísimas, pero el auge fue cuando Lula, un ex-sindicalista que según el mismo “nunca fue de izquierda”, elogió mundialmente al hombre de confianza de la Adidas, el Sr. João Havelange (jugador de polo acuático, ex presidente de la FIFA) que se hizo dirigente del fútbol mundial. A partir de esa escena absurda, me sentí en la obligación de constatar situaciones poco o nada reveladas. Vamos a alguna de ellas.
Los palangristas editorializan para las grandes constructoras
En las horas posteriores a la victoria en el Comité Olímpico Internacional (COI), los mismos medios de siempre comenzaron, a través de sus periódicos televisivos, a repetir la idea de la flexibilización de leyes y protecciones del medio ambiente. ¿Y que tiene que ver el deporte con la especulación inmobiliaria y el ataque a derechos duramente conquistados? Explico y es algo obvio. La realización de los Juegos en una ciudad, así como la Copa del Mundo de 2014 (también en Brasil, a ser realizada en 12 ciudades-sede) implica una aceleración de los tiempos del capital y de traspaso de plata desde el Estado. La intención oculta, en mi opinión, es repetir la elevación de gastos que hubo en 2007, cuando los Juegos Panamericanos empezaron a ser organizados con la previsión de gastar R$ 404 millones de reales (USd 200 millones de dólares) y terminó gastando a R$ 3,7 mil millones (USd 2 mil millones de dólares), representando un aumento de 793% sobre el presupuesto estimado. Después de la barbarie presupuestaria de lesa humanidad en la misma ciudad, estamos delante de una situación donde todo puede venir a ocurrir. ¿Si el presupuesto del Pan ya fue algo de absurdo, por qué en las Olimpíadas sería distinto? ¿Por alguna forma de pensamiento mágico el robo por parte de las mafias contratistas va a cesar? No, lo que parece que va a ocurrir es más de lo mismo de siempre, con la diferencia en su dimensión.
La ofensiva ideológica contra las legislación que frena el avance descontrolado ya comenzó. Los palangristas de acá y los voceros de capitales operantes en Brasil, llaman la atención del “costo Brasil” y de las trabas de la legislación ecológica. O sea, el primer reflejo de la realización de las Olimpíadas es la defensa de la ilegalidad por parte de los agentes económicos y las autoridades estatales. Así, a través del absurdo de proponer públicamente algo ilegal yendo a favor de la no planificación económica y urbanística, recibimos el primer mensaje de los agentes económico-mediáticos. Esta pelea va a ser dura.
¿Y el “orden urbano” de Río, como será garantizado?
Las Olimpíadas vendrán a ser realizadas en el continente Sur americano por primera vez. La única posibilidad anterior de realizar los Juegos en Latinoamérica fue en la Ciudad de México en 1968. En este mismo año, una protesta nocturna con cerca de 5000 estudiantes y trabajadores, muchos acompañados de sus familias, inauguró una nueva fase de represión política coordinada con democracia formal, en la tierra de Ricardo Flores Magón. Los Juegos se dieron justo en el año de la Masacre de Tlatelolco, cuando la dictadura constitucional del PRI asesinó a más de 300 manifestantes, dejando también cerca de 1000 heridos y otras docenas de desaparecidos políticos. En los Juegos Panamericanos de 2007 (Pan), considerado el balón de ensayo de las Olimpíadas de 2016, el Estado brasileño en su nivel de gobierno estadual de Río, a promovido la guerra contra el pueblo.
En el esfuerzo del Pan de 2007, el gobernador de Río de Janeiro Sérgio Cabral (ex partidario de Fernando Henrique Cardoso que se hizo gubernista por conveniencia) aumentó la escalada de la represión policial en nombre de la “higiene social” de la ciudad. En la ocasión, entre febrero y junio de 2007 (un mes antes del Pan) las fuerzas del “orden” promovieron la muerte de 1238 personas y 788 heridos. En la mayoría de los casos, no hubo siquiera interrogatorio y menos aún cobertura periodística. El enunciado era simple: “la policía mató no sé cuántos traficantes ayer en la favela tal…”. Con estas palabras “mágicas” ya estaban resueltos los problemas de la legalidad burguesa. En nombre del Pan, lo poco que quedaba de seguridad pública promovida por el Estado se fue por la cloaca y ya estaba solucionado el problema de investigar los crímenes estatales. No se investiga y listo. Queda una reflexión. ¿Si tamaño grado de violencia ocurrió en una competencia de menor importancia como el Pan, que es que lo que vendrá por delante?
Lo peor de Brasil transmitido para el mundo
Cien mil personas entraron en júbilo en la playa de Copacabana en Río de Janeiro, cuando la ciudad fue elegida para 2016. Nadie se dio cuenta de que este mismo gobierno de Lula ha cortado en 85,69% el presupuesto del Ministerio del Deporte (ME) para 2009. Lo que el mundo se dio cuenta fue que el presidente se hizo acompañar por un verdadero séquito de atletas, ex-atletas, dirigentes deportivos, personalidades, ministros y políticos en el ejercicio del mandato. Como ya dije arriba, era el peor Brasil reunido. Políticos de dudosa trayectoria disputaban las fotos al lado del ex-metalúrgico quien encarna el sueño americano.
La euforia se generalizó bajo el comando de Lula y del presidente del Comité Olímpico Brasileño Carlos Arthur Nuzman, seguido de Pelé vestido como Édson Arantes (como ciudadano, Pelé es acusado de haber desaparecido con recursos de la UNESCO); en la legión de presentes estaba también el “obispo” y senador neopentecostal Marcelo Crivella (PRB de Rio de Janeiro, representante formal de la Iglesia Universal del Reino del Dios, los dueños de la segunda mayor red de televisión del país); el presidente de la Cámara de los Diputados Federales, diputado federal Michel Temer (PMDB de São Paulo) ex-hombre de confianza de Orestes Quércia (el ex gobernador de São Paulo que tumbó el segundo mayor banco estatal brasileño); el alcalde de Río Eduardo Paes (un hombre que ha cambiado de partido más de cuatro veces y ahora se hizo Lulista por conveniencia); más allá de otros personajes de triste presencia.
Para reforzar la posición de operador financiero global, la delegación llevó también al poderoso Mr. Meirelles (Henrique Meirelles, presidente del Banco Central, ex presidente mundial del Bank of Boston, empleado de confianza del Bank of America), el encargado del sistema financiero para predicar el orden y chantajear al Estado a partir del gobierno de facto ejercido a través del Consejo de Política Monetaria (Copom) ¡Es esta la instancia que fija la tasa de ganancias básicas más grandes del mundo! Este hombre de confianza de los corsarios de Wall Street fue tomado como fuente fidedigna de la proyección del país, corroborando los estimados del Banco Mundial (sí, este mismo) previendo que el Brasil sería la 5ª economía del mundo en 10 años. Con este tipo de equipo, el país pasó vergüenza al mostrar lo peor de lo peor: politiqueros de carrera dudosa, corsarios del mercado financiero, dirigentes deportivos y ex atletas sospechosos de desvío de fondos y payasos de la cultura de masas de tipo basura como el horroroso Paulo Coelho. Como esta gente se reconoce como igual, conmemoraron juntos. La gloria alcanzó a todas y todos. Autoridades lloraron copiosamente y cantaron con desenvoltura. La emoción de muchos es la acumulación de poder y recursos de algunos.
Un país olímpico sin deporte de base
Como si ya no bastara, la farsa aumenta cuando vamos a los números fríos del presupuesto estatal brasileño manipulado por agentes financieros. La tijera presupuestaria cortó hondo alegando pérdidas como fruto de la “supuesta crisis económica en la forma de mega estafa”. Los medios corporativos y palangristas de sus propios intereses no dijeron todo, como siempre. La estafa de los farsantes estaría casi “perfecta”, si no faltara el principal elemento. En la fiesta olímpica brasileña, faltó el derecho al deporte. Luego, después del anuncio acompañé a todos los medios posibles, con especial atención a los críticos de la realización de los Juegos. No fueron pocos y todos aportando alguna fundamentación bien razonable. La preocupación mayoritaria, muy justa, era la de sobre precios en los contratos de las obras en el Río, a juzgar por la corrupción generalizada que pasó en los Panamericanos de 2007.
Pero, los críticos se mantuvieron en los problemas de corrupción en la realización de los Juegos Olímpicos y también, quejándose en forma bien ubicada, de que el evento fue instrumentalizado por un gobierno de Lula que se va en 2010. Infelizmente, ninguna palabra fue dicha acerca del Ministerio del Deporte (ME), su presupuesto ínfimo y de la ausencia del deporte olímpico como base de la educación física brasileña. Se trata de un problema de fondo estructural y no veo autoridad en este gobierno de turno o en los anteriores, con disposición para intervenir. Para empeorar, la ausencia de ejercicio del acto de gobierno no me espanta.
El Estado brasileño hace todo al contrario. La educación para el deporte no debería ser una actividad vinculada solamente a la Secretaría Nacional de Deporte Educacional (SNEED), órgano de la pasta comandada por el hombre de la cuota del Partido Comunista do Brasil (PC do B) en el 1º escalón del gobierno nacional, Orlando Silva Jr. Esto porque el deporte de base, tendría que ser parte del presupuesto del Ministerio de Educación (MEC). Subordinadas al ME, las prácticas deportivas quedan restringidas a acciones de tipo tercer sector –aumentando la orrupción con ONGs- y repartiendo las migajas de un presupuesto que, según el Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentaria (DIAP, www.diap.org.br), en marzo de este año fue reducido de casi nada a nada, pasando de R$ 1,37 mil millones de reales (cerca de USd 800 millones de dólares) a míseros R$ 196,8 millones (menos de USd 100 millones de dólares). Dentro de este parco recurso está la SNEED con los programas Según Tiempo (con extensión para el Recreo en las Vacaciones) y Programas Deportivos Sociales (PES proyectos especiales para niño y adolescente). Ambos tienen como base asociarse a entidades privadas, siendo que el PES es esencialmente financiado por la exención fiscal. O sea, si no hay privatización, no hay política pública. El ministro Orlando grita por su rol y política de Estado: ¡Y viva el tercer sector y la tercerización forzada por parte de las autoridades constituidas en el régimen liberal-democrático!
El absurdo es que estas actividades no deberían pasar por el vía crucis de proyectos y concurrencias públicas y la eterna sospecha de que las entidades proponentes estén ayudando a los donadores (mediante el no pago de tributos fiscales) a hacer lavado de dinero. Las prácticas deportivas de niños y adolescentes tendrían que ser como disciplinas de contra turno de la red pública de enseñanza fundamental y media. Si la práctica de modalidades olímpicas es un derecho, la juventud brasileña no podría jamás ser vista como un “mercado” de proyectitos de ONGs. O la nación asegura ese derecho a través de la motivación por el emprendimiento olímpico, o no resolveremos este problema jamás. Es a partir de ahora o nunca.
Apuntando las conclusiones iniciales
El país no tiene deporte de base ni acceso como política pública al deporte educacional. Es obvio que si el Comité Olímpico Internacional fuera serio como movimiento olímpico debería exigir medidas de universalización del deporte en la infancia y en la juventud. Además de este problema estructural, la realización de las Olimpíadas en Río va a implicar una tentativa de reordenamiento urbano (para las áreas más carentes en ruta de colisión con los Juegos) y a la vez una embestida ya iniciada de desordenar todo lo posible para atender la especulación inmobiliaria y aumentar la ganancia a través del desvío con la coordinación fina de los contratistas.
Ya como proyección política, se ve el lobby de las constructoras y de los especuladores poniendo todo el peso, teniendo como interlocutor a casi la totalidad de los medios corporativos de circulación nacional. De ahí vendrán “futuras sobras de campaña”, la plata que queda de las elecciones y sirve como “caja de ahorro” para políticos profesionales. No podemos olvidarnos que 2016 es año electoral, implicando en la sucesión de la sucesora u opositor de Lula. Capaz que Luiz Inácio vuelva en este año. Nada es por azar. Que me disculpen los artistas de circo por la comparación injusta, pero el picadero está montado bajo una carpa podrida llena de agujeros.
¡Y que vengan las Olimpíadas en una de las ciudades más lindas e injustas de Latinoamérica!
Este artículo fue publicado originalmente en el portal La Haine.