La caída de Marina Silva del Ministerio del Medio Ambiente, militante histórica del estado del Acre, contemporánea de Chico Mendes, traje para el foco de la atención la llamada cuestión del “desarrollo sostenible”. Entiendo que el tema es visto y analizado de forma chueca. Y, desde el punto de vista “económico”, sigue siendo una lógica ilusionista de “economía pura”. Esto porque nada sería más anti-económico del que la estupidez de un crecimiento de las capacidades de producción y circulación de riquezas, energías y medios viáticos sin un cálculo de largo plazo de estos mismos recursos.
Bruno Lima Rocha
Si acerca el fin de la primera década del siglo XXI sin solucionar conceptualmente un problema estructural de Brasil y de toda la Amazonia Legal. En el mayor país latino-americano, la legislación más avanzada del mundo en defensa del medio ambiente, se ve desprotegida delante de la furia “desarrollista”. En la verdad, el avance de la frontera agrícola y de explotación es una cuestión ideológica de fondo. Derrumbar a la selva en pie significa una fuente de riqueza inmediata y una sacar del territorio a los los pueblos de la “floresta”. Finalmente, sin floresta, no existe(n) “pueblo(s) de la floresta”.
El problema es de fondo. Más de mitad del área ya listo para la agricultura en el país es usada para la especulación bovina. Con una media de un buey adulto por hectárea, los latifundistas nacionales más improductivos hoy juegan en la segunda división del derrumbe de la floresta. En la punta están los plantadores de soja, escorados en la caída de los aranceles aduaneros chinos y todos regiamente financiados por el ministro de la Agricultura y ex miembro de la Alianza Renovadora Nacional (ARENA – partido de sustentación de la dictadura militar). Vale acordar la trayectoria política del operario público del gobierno de Paraná, Reinhold Stephanes, economista y militante histórico del partido de apoyo de los milicos. Stephanes, así como otros ex colaboradores y operadores políticos de la Dictadura (como el economista Delfim Netto), actúan por dentro y por fuera del gobierno de Luiz Inácio (“Lula”). El actual presidente, de su parte, fue por señal fue puntero político de Fernando Henrique Cardoso en la campaña para el Senado en 1978, aún en el régimen de excepción.
Este entramado de capitulación de las metas históricas de la izquierda ecológica y de los pueblos de la floresta (mestizos, indígenas, pescadores, quilombolas – palenqueros) refleja la barbarie conceptual aplicada por un gobierno de “centro-izquierda no clasista”, según los analistas neoliberales y más lúcidos. Esto porque, en términos económicos, el avance de la “producción” en la Amazonia legal es absolutamente IMPRODUCTIVO en el plazo de una o dos décadas. Pero eso poco o nada importa para aquellos que salen como ganadores con la falta de planificación económica y ausencia de estrategia y planes de metas. Sin planificar dentro de un esquema lógico y con objetivos determinados, cualquier término de “planificación estratégica” no pasa de mal uso de concepto. En otras palabras, una mentira sistemática aplicada como “estelionato intelectual”.
Un “obstáculo” del desarrollo sostenible está en la orden del lenguaje. El arsenal de los aliados de Dilma Roussef (1ª ministra de hecho y ministra Jefe de la Casa Civil) y Blairo Maggi (gobernador del Mato Grosso, mayor plantador de soja del mundo y campeón del derrumbe en la Amazonia Legal) se utiliza de términos cómo: incapacidad energética, agilización de las licencias ambientales, liberación de los sectores productivos; fin de las “patrullas” ideológicas de los de ecologistas y otros términos neoliberales, que hablan en nombre de un supuesto desarrollismo. Más que crisis semántica, la crisis es de paradigma. Explico. No existe desarrollo posible sin lo manejo racional de recursos naturales no-renovables. Así, o el desarrollo es sostenible, o simplemente no “desarrolla” casi nada, sólo extingue riquezas y destruye lo que ve por el frente.
El ex-guerrillero Carlos Minc aceptó el desafío, asumiendo la pasta del Medio Ambiente, y partió para la “guerra” en búsqueda de las luces mediáticas. No tengo duda alguna que su presencia será más contundente, aunque no tan legítima en la Amazonia Legal como la de Marina Silva. La ex-militante de los “empates acreanos” de su parte soportó en sus espaldas y salió del gobierno a la deriva y navegando en aguas turbas. Quedó en su trayectoria, la quiebra del Instituto Brasileño del Medio Ambiente (Ibama), el asesinato de la hermana Dorothy Stang (misionaria estadounidense radicada en Brasil desde 1966, asesinada en la ciudad de Anapu, estado del Pará, en 12 de febrero de 2005) y la super-exposición de un gobierno local – como lo del Pará, con Ana Júlia del PT como gobernadora, aliada de gente como Jáder Barbalho (PMDB), extractores de madera, sindicato de matones y sicários y “otros muy nobles tipos que funcionan como agentes de “desarrollo económico no-sostenible”.
El absurdo es tan grande que tenemos que debatir hasta el “lenguaje en contra la ecología”. En la ausencia de política pública contundente resta la infelicidad del debate estéril. No existen atajos ni huellas sencillas en la política, en cualquier política, incluyendo la política ambiental. Cabe a los protagonistas de esta novela escribir su destino, aunque muchas veces, el lenguaje empleado sea el de de la violencia, como la acción de los pueblos originales – nación indígena Cayapó en la audiencia pública de Altamira, donde hirieron a golpes de machetazos a un ingeniero de la Eletrobrás.
Crean, ese episodio irá a repetirse, tal y como el problema de Roraima y la posibilidad de una reserva con dimensiones de un país y bajo sospecha de gestión internacionalizada. Otra vez repito el concepto. La autonomía de los pueblos originales y el protagonismo indígena deben ser prioritarios para cualquier régimen que se preste como “democrático”. Si estos derechos no sean atendidos por la vía legal, lo serán por las vías de hecho. Hasta porque, los agentes “económicos” operando en la Amazonia Legal no encuentran barreras de veto y ni represión estatal a la altura de los crímenes cometidos por ellos mismos así como los demás “muy honorables emprendedores del norte de Brasil”.